Las visiones idealizadas de la realidad que queremos o deseamos, no nos sirven para transformar la realidad sino que son una manera de perpetuar lo que hay mediante un juego de evasión que impide la transformación.
Creamos esas ilusiones como una forma de compensar lo que creemos que es una realidad que no nos gusta y que rechazamos, estableciendo, entonces, un conflicto entre lo que consideramos ideal y lo que consideramos real.
El despertar va por otro lado, va por profundizar en esto que creemos real para descubrir que no es más una ilusión creada por nuestras mentes que puede ser transformada. Y esto implica, repito, comprender en profundidad esa realidad en la que creemos, no evadirnos de ella.
Es como ir desliando una madeja de lana enmarañada. Se trata de ir desmantelando las falacias sobre la que esta supuesta realidad se asentaba y demostrar, de esta forma, que no era más que un simple castillo de naipes.
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