El campo energético del amor no es un campo que se viva entre dos personas, ni un campo energético que se viva entre muchas personas. El campo energético del amor se vive cuando estamos en unión con nosotros mismos y con nuestra esencia, con nuestra propia integridad.
Esto puede sonar incluso chocante en una cultura que ha sostenido que somos seres incompletos, dañados por un pecado original, que necesitan de un Dios externo que nos salve y perdone.
En una cultura que ha creado la fantasía romántica de que es otra persona, ajena a nosotros, la que nos tiene que completar, la media naranja.
Y no es así. Es la integración de nosotros mismos, el reconocimiento de la divinidad en nosotros y de la maravilla de ser íntegros, donde el amor se hace posible.
Y es, a partir de ese sentimiento de unidad, desde donde podemos exparcir el amor que somos como la más maravillosa de nuestras esencias.
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