La espiritualidad es una experiencia personal e íntima que poco tiene que ver con las creencias religiosas.
Durante siglos la religión ha pretendido tener el monopolio de la espiritualidad y negaba la posibilidad de que sus fieles experimentaran, por sí mismos, la experiencia espiritual.
Desde la religión se apostaba por la negación de la experiencia individual y por la obediencia a lo que la autoridad religiosa estableciera.
Actualmente, la religión se muestra como un reducto del pasado que poco a poco acabará por extinguirse porque ha dejado de tener el papel que cumplía en la sociedad y porque el ser humano comienza a sentir la dimensión espiritual como algo propio e inalienable.
A veces, el rechazo que muchas personas han sentido ante los excesos de la religión ha provocado el que se cierren también a su dimensión espiritual, pero es el momento de empezar a abrirse a ella y que experimenten, por sí mismos, lo que ésta significa.
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