Hemos estado distraídos hacia fuera, y las relaciones personales las hemos enfocado también hacia afuera, como un modo de evadirnos de nosotros mismos.
Buscábamos que fuese el otro el que me diera amor, aprobación, el que me hiciera feliz o llenara mis vacíos y atendiera mis necesidades. Era una forma de eludir nuestra responsabilidad en todo lo que concierne a nuestra vida.
No nos dábamos cuenta del sentido utilitarista de las relaciones que eso implicaba. Hemos usado las relaciones para obtener del exterior, del otro, recursos que no sacábamos nosotros de nuestro interior.
Porque cada uno de nosotros podemos darnos cariño, aprobación, hacernos felices y ver de donde vienen nuestros vacíos.
Es, cuando yo no busco obtener del otro, cuando yo le permito ser tal como es y cuando puedo ver lo que realmente me ofrece para recibirlo, desde la gratitud, como un auténtico regalo.
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