La realidad de la vida y de las relaciones es menos complicada de lo que nos parece. Es cuando pretendemos imposibles fantasías para compensar lo no sanado en nuestro pasado, que las relaciones se convierten en laberintos emocionales sin salida.
Normalmente estamos dispuestos a "sacrificarnos" por la relación, a desnaturalizarnos en ella, intentando responder a las expectativas del otro.
Y a cambio exigimos que la otra persona también deje de ser como es y atienda nuestras expectativas. Y, si eso no se produce, se entra en un juego de reproches y culpabilidades.
Yo siento que la base de una buena relación es, sencillamente, la honestidad y el respeto. La honestidad de ser nosotros mismos tal como somos, y el respeto de permitir que el otro sea tal como es.
Y a partir de ahí, la relación será lo que pueda ser y lo que la realidad permita. Lo que marcará, principalmente, el nivel de salud de mi relación con el otro será siempre el nivel de salud que yo tenga en mi relación conmigo mismo.
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